Un oasis de buena música en Riaza
Como dice un buen amigo, la música norteamericana es música del mundo. Personas de toda condición y de todos los rincones y continentes de la Tierra se encontraron en un mismo lugar. La tierra prometida para unos, la última parada de un tenebroso viaje para otros. Esclavos, libertos, nativos, europeos, africanos, artesanos, mercaderes, religiosos y paganos; todos pusieron su música y, de algún modo, su granito de arena, para que se produjera el mayor boom de la música popular en la historia de la humanidad. El country fue parte de ese crisol, una de las piezas angulares y padre orgulloso del americana music, del country-rock, del outlaw country y de todos esos subgéneros y tataragéneros que viajan desde el desierto a las montañas con un sentimiento de tradición y libertad.
El Huercasa Country Festival es el oasis de esa música y de esa forma de vida en España. Un lugar donde sombreros y botas de cowboy se mezclan con gorras y camisetas de Ryan Bingham. Donde puedes disfrutar de mazorcas de maíz y grupos americanos sin salir de Castilla. Riaza se ha convertido en un lugar de peregrinación para todos aquellos que hemos soñado alguna vez con conducir en descapotable por la Ruta 66 o con acompañar en Harley al Mississippi en su camino hacia el Golfo de México. O con recorrer, a caballo, las llanuras de los westerns y los tebeos o con ser parte de la fiebre del oro, aunque no consiguiésemos recompensa alguna. La banda sonora para ese viaje ya la tenemos cada año allí, a unas pocas millas, en la provincia de Segovia.
Tras varios años sin poder celebrarse (¡maldita sea la pandemia!), el festival volvía con ánimos renovados. Se notaba en el ambiente. Las ganas de bailar y empaparse de buena música norteamericana hicieron que, a pesar del calor asolador, los fans más madrugadores se acercasen a los primeros conciertos, tanto en la plaza del pueblo por la mañana como ya en el recinto después de la comida de rigor. Bandas del nivel de Matt Moran & Country As Fuck Band, Peralta o Santero y Los Muchachos fueron los encargados de arrojar los primeros acordes. Bajo un sol de justicia hicieron gala de su profesionalidad y buen hacer.
La primera grata sorpresa del festival fue la agrupación Riders Of The Canyon, que en esta redacción teníamos muchas ganas de disfrutar desde hace ya bastante tiempo. El supergrupo country-folk, formado por los cantautores Joana Serrat, Roger Usart, Víctor Partido y Matthew McDaid y que fue ideado en 2017 para telonear a los tejanos The Band Of Heathens durante su tour europeo, se ha convertido en una agrupación imprescindible y con un mix que funciona como un reloj. Su primer EP, homónimo y publicado este mismo año, es una pequeña joya que nos deja ganas de más. De mucho más.
Desde Austin, Texas, llegaba el turno de Mike & The Moonpies, una de las bandas que más gustaron al respetable y que más impresionados nos dejaron. Presentaban One To Grow On, su octavo álbum de estudio, que es un trabajo excepcional, firme heredero del sonido country-rock de los 60s y los 70s. Un directo que acompañaba, armonías cuidadas y el toque Honky Tonk adecuado. Luchadores sureños, caballeros de Telecaster y pedal steel, que te hacen sentir con su música más cerca de tus sueños.
El festival continuaba, no sin echar en falta fuentes, mangueras, botellas de agua gratuitas o un lago al que lanzarse. Pero, ¡qué diablos! Somos cowboys de los de verdad y como tales aguantamos. A este respecto, sin duda, uno de los nuestros es Kendell Marvel. El compositor de Southern Illinois lleva toda su vida trabajando por y para el country y eso se nota. Su profunda voz y su larga barba guiaron el camino hasta el siguiente concierto, el plato fuerte. El pueblo quería ver a su reina.
Nikki Lane, nuestra Highway Queen, es una de las artistas más carismáticas y originales del panorama country. Subía al escenario del Huercasa Country Festival, bien arropada por una banda con lo mejorcito de la escena patria, con la firme intención de demostrar por qué está rompiendo todos los estereotipos que aún quedan en la música de tintes sureños. Con el Outlaw Country por bandera dio un recital gracias a su voz, a su garra, a sus letras poco típicas y a su eclecticismo y puesta en escena. Pudimos escuchar sus grandes éxitos, que ya saben lo que es estar en los puestos más altos de las listas norteamericanas, y descubrir de primera mano temas de su nuevo álbum que fue grabado, muy en sintonía con su espíritu innovador, con Joshua Home de Queens of the Stone Age a la producción y del cual ya podemos disfrutar de varios adelantos como este ‘Black Window’.
Denin & Diamons saldrá al mercado el 23 de septiembre y estamos seguros de que hará escalar, aún más, a Nikki Lane hasta el lugar que le corresponde dentro del olimpo del country. Y es que Huercasa es también un trampolín y un lugar perfecto tanto para ver nuevos talentos, como para alucinar con artistas asentados o auténticas leyendas. Seguro que veremos en los próximos años apuestas por bandas emergentes nacionales o internacionales, como Tangerine Flavour o Suso Díaz & The Appaloosas, llamadas a ser referentes de la música de raíces norteamericanas en nuestros país y a nombres que ya están en la lanzadera de salida hacia las estrellas como son Charley Crockett o la propia Nikki Lane.
Sin olvidarnos, claro, de mitos vivientes, estrellas como las que ya han pisado este escenario: Emmylou Harris, John Hiatt, Steave Earle… La formula está clara y funciona. Somos afortunados de que exista un festival como este en nuestro país y era necesario ponerlo en valor antes de terminar este recorrido en forma de crónica.
El broche de oro a esta edición lo pusieron The Wild Feathers. La banda de Nashville hizo un concierto memorable. Una clase magistral de Americana Music, con mayúsculas. Armonías y voces perfectas, contundencia y peso perfectamente ligado a la sutileza, las cadencias y las dinámicas. Tras su éxito prematuro y posterior caída, patrocinada esta última por el infumable sonido Nashville moderno y su terrorífica megaindustria, han conseguido reencontrarse con su sonido, con sus esencias y convertirse en una de las mejores bandas de Norteamérica.
Alavarado es un disco que mira hacia los clásicos, pero también hacia la propia banda, hacia lo que ellos son, algo que cada vez se hace más difícil en los tiempos en los que nos ha tocado vivir. Pero es el directo lo que los hace brillar, sus temas y sus versiones (versionazas en realidad) adquieren un brillo especial. Deseando volver a encontrarnos con este grupo en España y deseando larga vida al Huercasa Country Festival.
Nos hace felices que exista, nos hace felices disfrutarlo. Nos vemos el año que viene. Es necesario que así sea. ¡Gracias o, mejor dicho… Thank y’all!