Nos enganchamos al sonido de Ciutat

Todos los amores de verano acaban en una caja de zapatos, junto al montoncito de cartas del Erasmus, en forma de promesas difícilmente realizables. “Mantendremos el contacto”, “buscaré aviones para otoño”, “cuéntame como empezó el curso” y quizá, si hay suerte y una voluntad de hierro, una correspondencia dilatada en el tiempo que acabe desbordando la caja, el cajón del escritorio y la cómoda de los calcetines de casa de nuestros padres. Un futuro después de la separación veraniega, quién sabe si eso existe. En las cabezas de los cuatro miembros de Ciutat ese futuro tuvo lugar justo al otro lado de las cosas.

Ciutat nos avanzan la nostalgia del verano con una canción que bien podría ser el inicio de una buena comedia romántica. Es una promesa melancólica, la prueba científica de que las cosas blanditas también perduran. 

Es muy difícil hacer una buena balada pop que pueda enmarcarse en nuestro propio tiempo, pero Ciutat tienen todos los ingredientes para hacer de Justo al otro lado una pequeña sinfonía adolescente que nos acompañe hasta la vejez, como la lectura recurrente de todas esas cartas del Erasmus, de los amores estacionales que fueron para siempre a este o a otro lado.

Justo al otro lado formará parte del próximo disco de Ciutat, es una canción que se va vistiendo con capas a medida que avanza, con hechuras clásicas: arreglos de cuerda, coros en crecimiento y un anzuelo hacia el futuro (las voces procesadas acercándose y diluyéndose en el estribillo).